La Sociedad de Logros
Ya no pertenecemos a un mundo disciplinario lleno de hospitales, manicomios, prisiones, cuarteles y fábricas, ahora vivimos en una sociedad de gimnasios, oficinas, bancos, aeropuertos, centros comerciales. Dejamos de ser una sociedad disciplinaria para convertirnos en una sociedad de logros. Los individuos dejamos de ser “Personas de obediencia” para convertirnos en “Personas de logros”.
La sociedad disciplinaria es una sociedad de negatividad, definida por la prohibición, los mandamientos y las leyes, que son reemplazadas en la actualidad por proyectos, iniciativa y motivación. La sociedad disciplinaria está gobernada por el no. Su negatividad produce locos y criminales, en contraste, la sociedad del logro crea depresivos y perdedores.
El impulso por maximizar la producción habita en el inconsciente social. Para aumentar la productividad, el paradigma de la disciplina se sustituye por el paradigma del logro, por el esquema positivo del “yo puedo”.
La positividad es mucho más eficiente que la negatividad, el inconsciente social pasa del “yo debo” al “yo puedo”.
Las personas de logros son más rápidos y mas productivos que las personas de obediencia.
El “Yo puedo” no elimina el “yo debo”, en lo que respecta al aumento de la productividad, no existe una ruptura entre el deber y el poder.
La depresión inicia su ascenso cuando el modelo disciplinario que otorgaba a las clases sociales y ambos sexos un destino específico, se rompe con las normas que nos invitan a tomar la iniciativa personal y ordenarnos se nosotros mismos, el individuo deprimido no está a la altura, está cansado de tener que convertirse en sí mismo.
La depresión es la expresión patológica del fracaso del ser humano moderno que no puede llegar a convertirse en sí mismo, y la presión por lograrlo, es consecuencia de la perdida del apego, que es una característica de la creciente fragmentación y atomización de la vida en sociedad.
El hombre soberano no tiene nada por encima de sí mismo que pueda decirle que tiene que ser, porque es el único dueño de sí mismo. Este tipo de humano está en proceso de convertirse en un hombre que no hace más que trabajar. El ser humano expuesto a una positividad excesiva, desprovisto de cualquier mecanismo de defensa, carece de toda soberanía. El ser humano depresivo es un animal laboral que se explota a sí mismo, y lo hace voluntariamente, sin restricciones externas.
La depresión escapa a todos los esquemas inmunológicos. Explota en el momento en que la persona ya no es capaz de ser capaz.
La depresión es fatiga creativa y capacidad agotada.
El pensamiento depresivo de que “nada es posible” crece en una sociedad que piensa que “nada es imposible”.
El no poder ser capaz de nada más conduce al autorreproche destructivo y a la autoagresión.
La persona de logros se encuentra eternamente luchando consigo mismo, herido por una guerra interior. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre de positividad excesiva, es el reflejo de una humanidad que se declara la guerra a si misma.
La persona de logros solo está sujeto a sí mismo, a diferencia de la persona de obediencia, sin embargo, la desaparición de la dominación no implica libertad. La persona de logros se entrega a la libertad compulsiva, a la libre coacción de maximizar el logro. El exceso de trabajo y de rendimiento conduce a la autoexplotación que va acompañada de un sentimiento de libertad.
Esta libertad paradójica se transforma en violencia debido a las estructuras compulsivas que la habitan y nos conduce a la indisposición psíquica.